“En aquel entonces, éramos todos adolescentes. Probablemente, con mucha vida por delante y con muy poca experiencia del mundo. El más respetado de mis amigos intervino en la conversación diciendo: – “Ser actor porno es la mejor profesión del mundo” seguida de “catador de vinos”. – Los demás le rieron la gracia. Yo me encontraba observando la situación. Siempre me ha gustado observar, descubrir por qué cada uno ejerce un rol, pese a tener todos, la misma edad. Descubrir qué hay detrás de las cosas, descubrir la verdad. Con el paso de los años, descubrí que eso, podía ser una herramienta para ayudar a otros a encontrarla también. Y aquí estamos hoy, algunos años después de aquella imagen. Yo escribiendo y tú leyendo, atraído por el título ¿Por qué? Probablemente porque ambos queremos saber la verdad de las cosas. Arañar lo superficial, para ser libres. Pues saber, es sinónimo de libertad. Conocer, te abre las alas para elegir tu camino.”
El porno puede generar adicción: ¿Por qué?
Los actores comienzan a quitarse la ropa, tu cerebro comienza a prever las imágenes que percibirá a continuación. Tus neuronas espejo comienzan a recabar información, de experiencias pasadas personales, que ayuden a comprender la situación y lo que pueden estar sintiendo los protagonistas.
Si tus vivencias sexuales han sido positivas y nunca negativas, probablemente tu cerebro proyecte sentimientos positivos hacia la imagen que estás percibiendo. Presuponiendo, casi en primera persona, lo que están sintiendo los actores.
Lentamente, tu cerebro comienza a inundarse de dopamina. Una sustancia, que se libera a modo de recompensa, cuando hacemos cosas que conciernen a nuestra supervivencia, como puede ser: ingerir alimentos, simpatizar con otros seres, ejercitarnos o reproducirnos. (Lynn, 2012).
La escena continúa y los actores entran en materia, esto provoca la “intoxicación” de dopamina o altas concentraciones de dopamina, a nivel cerebral. El cuerpo comienza a pedir, la inundación final y decisiva de dicha sustancia, mediante la propia
experiencia. Generando un estrés en el cuerpo que se puede traducir en sudoración, salivación, temblores, aumento de la temperatura…
No comprendes por qué, pero todo es más intenso al visualizarlo, que en la vida real. Y lo cierto es que, al visualizarlo, los cinco sentidos están puestos en comprender lo que ves. No hay sensaciones menos agradables, no hay torpezas, no hay interrupciones… La mente rellena la imagen con un sinfín de sensaciones únicamente positivas. Creando una “idealización” del acto sexual, que no puede competir con la realidad de un acto sexual en pareja. Una realidad con la pareja, en la que no hay exageraciones en los gestos, ni exageraciones en los sonidos. Una realidad con un ritmo que, no todo el tiempo, es el idóneo. Con sensaciones más acertadas y sensaciones menos acertadas. Una realidad que no depende solo de lo que yo quiero o necesito, si no que se acompasa, para cubrir las necesidades del otro. Una realidad menos explícita. Más creada para vivir y experimentar, con variaciones. Y menos pensada para ser algo fácil, de interés únicamente propio y directo. Una realidad, que requiere, de la destreza de la pareja, para obtener la recompensa de dopamina a nivel cerebral.
Instalarnos en la creencia, de que “visualizado es más intenso y mejor”. Y pensar, que con nuestra pareja “no es lo mismo”, es el primer peldaño para la adicción, la primera escusa que nos abre la puerta, para caer en la “visualización de contenido” cada cierto tiempo.
Con el tiempo ¿Puede ir estimulándome menos la visualización de contenido pornográfico?
Si. Provocando que se necesite invertir, cada vez más tiempo y visualizar contenido más impactante, para obtener la misma intensidad que al principio. La explicación se desarrolla a nivel neurológico. Al principio, las imágenes que consumimos, nos llaman mucho la atención, son algo novedoso que el cerebro trata de registrar, el cuerpo se activa, a modo de alerta, ante un estímulo placentero y nuevo. El cerebro, como comentamos, activa la segregación de dopamina.
La repetición del acto de visualizar contenido pornográfico, cada cierto tiempo, se estima que va provocando cambios en la plasticidad neuronal, es decir, en el funcionamiento normal de algunos grupos de neuronas. Y al mismo tiempo que aumentan los niveles de dopamina, aumentan los niveles de dinorfina. Que es, un analgésico natural, que produce nuestro cerebro y que, reduce la función de la dopamina, contrarrestando sus efectos. De manera que el umbral de recompensa disminuye y la tolerancia, aumenta. Esto, es lo que nos indica, que algo ha dejado de
ser novedad. Que el cerebro lo reconoce y no ve la necesidad de inducir un estado de alerta, tan pronunciado, como las primeras veces que se enfrentó al estímulo. Pero para este momento, puede ser que nuestro cerebro ya nos haya recordado, lo que es capaz de sentir, cuando buscamos un estímulo nuevo y poderoso. Es entonces, cuando decides invertir más tiempo y ver contenido más extremo o estimulante, que resulte novedoso, para proporcionarle al cerebro, esa intoxicación de dopamina que está pidiendo. (Ledesma, 2019)
Por lo tanto, a medida que el cerebro aprende de las cosas nuevas que le muestras, irá necesitando más tiempo de visualizar y más exageración en el contenido que consume, para lograr los mismos estados que al principio.
El proceso de angustia, en el que afloran pensamientos pornográficos recurrentes y el deseo de repetirlo (incentivados por la llamada a la dopamina, de nuestro cerebro) se llama “síndrome de abstinencia”. Durante esta fase, el cerebro entra en un estado emocional negativo en que se activan los sistemas causantes del estrés y se producen irregularidades en los sistemas que le evitan. Disminuye la sensibilidad a las recompensas que antes eran significativas. El umbral de percepción de estas recompensas aumenta y el organismo se hace más tolerante a la sustancia o al comportamiento en cuestión. La persona, se sentirá impulsada a mantener los comportamientos adictivos desarrollados, con tal de evitar los efectos no-placenteros asociados con la abstinencia. (Ledesma, 2019)
Existe una tercera etapa, conocida como “etapa de preocupación o de anticipación” en la que, las irregularidades de la plasticidad neuronal, que comentábamos al principio, llegan a otras zonas de la corteza prefrontal, responsables de la motivación y el auto- control, entre otras, causando anomalías. Haciendo más difícil, volver a enseñarle al cerebro, que no siempre recibirá la recompensa, al exigirla. Y cayendo en un círculo vicioso de: abstinencia, recompensa, y aumento en tiempo y contenido. Modificando posiblemente, la plasticidad neuronal de nuestro cerebro, la tolerancia a recompensas y la insatisfacción. Agregado a esto, un estudio internacional ha demostrado que la cantidad de pornografía que ve un hombre, está relacionada con una peor función eréctil. Ver pornografía también se asocia con una mayor insatisfacción con el sexo «normal», ya que el 45% de los encuestados, calificaron como “menos estimulante” las relaciones sexuales reales, según una investigación que se presenta en el 35º Congreso anual de la Asociación Europea de Urología (EAU).
¿Qué yo consuma pornografía puede afectar a mis relaciones íntimas en pareja?
La respuesta, es sí.
- RE-APRENDIZAJE DE LO ATRACTIVO: Lo primero en lo que interfiere, es en la percepción del físico y la estética. Modificándonos la visión que tenemos acerca de lo que nos parece sugerente o atractivo. Y sustituyendo nuestros gustos, basados en cuerpos reales. Por cuerpos modificados para la pantalla.
- INSATISFACCIÓN: También puede traer insatisfacción con nuestros propios cuerpos. Además, puede ocurrir que, sin querer, nuestra pareja pueda llegar a percibir que, lo que nos atrae, no se le parece.
- APRENDIZAJE SEXUAL: Este es el punto más importante ya que, uno de los aprendizajes más comunes en el ser humano, se produce, a través de visualizar a otros, realizar una acción primero. El aprendizaje que puede surgir, de la visualización de pornografía, es un aprendizaje que, en la práctica, en un contexto real, nos puede hacer sentir perdidos. (Gola, 2016)
Lo que aparentemente parece gustarle a la actriz o al actor, puede no gustarle a mi pareja. Recordemos, que como su propio nombre indica, hablamos de “actores” y “actrices”. Su papel, es representar satisfacción, aunque sientan dolor, aburrimiento o angustia. Es muy difícil triunfar en la industria pornográfica y los años de los que disponen para ganar dinero, una vez lo consiguen, son reducidos. Ya que, constantemente captan chicos y chicas más jóvenes. Por lo tanto, si pones pegas, actúas mal o no ocultas bien tus sentimientos verdaderos, te sustituyen por otra persona.
Además, lo que se muestra, tiene el único objetivo, de que se aprecie bien en la cámara, para generar un contenido visual para el espectador. Por lo que, llevado a la realidad, puede no ser satisfactorio para la pareja o para nosotros mismos. Nuestro aprendizaje, se basa en que “a los actores parecía agradarles una acción determinada”, lo cual deducimos, por sus demostraciones exageradas ante la cámara, de que esto es así. Pero ¿Es realmente así?
Shelley Lubben, ex-estrella del porno, más conocida como “Roxy” logró salir de la industria pornográfica, y dedicó muchos años a ofrecer conferencias para desvelar la oscuridad de esta industria. En ellas, hacía afirmaciones tales, como: “ La mayoría de las películas se ruedan en sitios “privados” donde los directores masculinos “controlan” el rodaje”. “Es un escenario mayoritariamente masculino, donde existe violencia física como golpes, asfixiarte, tirarte del pelo, bofetadas, patadas, insultos, meterte la cabeza en un WC”, “Trabajamos de manera insegura y peligrosa, que incluye el consumo excesivo de drogas y alcohol. Muchas veces, nos reuníamos en el baño a esnifar cocaína, fumar marihuana…”,” Fui obligada a ser rociada con variedad de fluidos
corporales, como heces, orina..”, “A menudo, lo que hay detrás de cámara, en las esquinas, son un montón de pañuelos usados”, “el porno no es seguro, no hay prevención de enfermedades, los actores no son protegidos por nadie, no hay atención médica, muchos mueren por VIH, drogas, suicidio o asesinato”, “36 actores fallecieron entre 2007 y 2010. 36 en tres años”, “Más adelante murieron 100 actores por sida”, “La clamidia y la gonorrea son 10 veces más frecuentes en actores de esta industria, que en adultos de 20 a 24 años”.
Por otra parte, existen imágenes muy duras de la actriz, que ella misma publica, que aunque, difuminada la imagen, se muestra lo que sucede detrás de la cámara. Comentamos dicho vídeo, ya que visualizarlo, puede herir la sensibilidad. En dicho vídeo, Shelley se ve obligada a parar una escena y se echa a llorar diciendo que siente dolor y que no puede más. Que ni siquiera ha tomado alcohol para rodarla. Que necesita que todo aquello acabe. A lo que, el resto de hombres le increpan diciéndole “Vaya actriz”. Ella llora y no para de repetir que duele mucho. Al ser obligada a rodarla, el productor le repite “vaya actriz” de manera soez. En la siguiente escena, se aprecia a la actriz discutiendo porque no quiere realizar una escena a la que es forzada y obligada. Shelley dedicó años, a salir de la industria pornográfica, lo cual no es fácil. Y volcó sus energías en denunciar cosas como estas.
Por otra parte, Mabel Lozano; escritora, modelo, directora, actriz de cine y trabajadora de televisión española. En su último libro “PornoXplotación” cuenta con testimonios de actrices, actores y adictos a la pornografía, que revelan el drama de un mundo oscuro que mueve millones de euros.
En él, encontramos testimonios como estos:
“Yo quería parar… el gesto de mi mano era claro”. «Me decían, si te portas bien, sólo promocionaremos la escena que acabas de grabar en el extranjero, como dijimos. Si te pones muy tonta, la subiremos a Internet y mañana toda España verá que ha nacido una estrella». Esta es una amenaza real de un productor, explotador, violador y distribuidor de pornografía. «Muchas éramos secuestradas y explotadas. Cuando se terminaba, las chicas acabábamos todas malísimas, con vómitos, diarrea, dolor de tripa… Era nauseabundo» Conforme se avanza en las páginas del libro, es difícil creer que puede haber un porno voluntario por parte de las actrices. «Se habla del porno feminista, pero ¿dónde está? Abres las grandes plataformas mundiales de pornografía y no ves ese porno feminista«. «El porno que se está consumiendo no tiene nada que ver con el feminismo, ni con la igualdad, ni con el respeto... Al revés, tiene que ver con un negocio bastante turbio y poderoso”, “El principal problema que tiene la pornografía es que, en cierto sentido, está socialmente aceptada «porque tiene un paraguas enorme que se llama ‘entretenimiento para adultos’ (Y muchos adictos, generan nuevos adictos, compartiendo por whatsapp y otras redes, el material que alimenta su adicción.) Todo esto ocurre por las cinco «áes»: «La pornografía es: accesible, asequible, anónimo, aceptado y agresivo, lo que facilita el proceso adictivo, mucho más”. “Es un problema REAL, ahora mismo: «Es un negocio poderosísimo que necesita millones de contenidos al día. ¿De dónde salen? Se está fomentando el porno amateur porque necesitan captar a jovencitas que lleguen ahí. Necesitan carne fresca y potencian mucho el sexo en vivo, pero no encuentras en ningún lugar que ponga que esa escena que ves está consentida por ambos actores, que son mayores de edad, que está permitido… no viene en ningún lado». «La mayoría de las páginas más famosas tienen montones de denuncias por vídeos que reproducen violaciones a menores, y están ahí alojados».” La mayoría, lejos de la extorsión con consecuencias posteriores muy graves.”
Y ¿Qué hacemos? Se pregunta la escritora, «Prohibir es muy difícil porque incentiva. Lo que hay que hacer es EDUCAR en relaciones afectivos-sexuales sanas. Y esto que no suene a mojigatería. El sexo va de placer, no de poder. Y la pornografía va de poder y de dinero y tenemos que crear un pensamiento crítico».
El libro termina, recogiendo testimonios de adictos a la pornografía. Vidas rotas, a nivel familiar, trabajo, entorno… depresiones, neurosis…
¿Y qué hay de mi amigo? ¿Tenía razón?
Realmente ¿La mejor profesión del mundo es “ser actor porno”?
Olivia Nova, Shyla Stylez, August Ames, Yuri Luv, Savannah, Jon Dough, Karen Lancaume, Naughtia Childs, Zoey Zane, Lolo Ferrari, Stephen Clancy Hill, Felicia Tang, Camila de Castro, Paige Summers, Dustin Michaels, Marilyn Chambers, Krysti Lynn, Carl Jammer, Megan Leigh, Shauna Grant…
Todos estos nombres que parecen aquí hoy, entre otros, pertenecían a actrices y actores porno, que optaron finalmente por quitarse la vida.
Recuerda:
“Saber, es sinónimo de libertad. Conocer, te abre las alas para elegir tu camino.”
¿Qué puedo hacer si creo que padezco adicción a la pornografía y quiero dejarlo?
El primer paso ya lo has dado, leyendo este documento. Sin duda, conocer todos estos aspectos, podrán ayudarte a comprender la pornografía desde unos ojos nuevos. En su totalidad, sin idealizaciones. A ver la verdad.
Otras cosas que puedes hacer:
- Crea una imagen visual o relee el documento: Recuerda lo que sabes y úsalo a tu favor. Cuando tu cerebro te comunique, como vimos al principio, que quiere volver al hábito de siempre, recuérdale ésta información. Crea una imagen visual, de la realidad que más te ha costado descubrir. Y tráela a tu mente, cuando la abstinencia aparezca. Si no, releer el documento, puede ayudarte.
- Vive este proceso de la mano de un profesional: Un psicólogo puede ayudarte a volver a encauzar tu vida, reeducar tu cerebro y batallar con los sentimientos encontrados que puedas experimentar. El primer paso para el éxito, es querer.
- Trabaja con el psicólogo: Es vital que, en ese acompañamiento, se trabaje para reeducar nuestra mente con pensamientos sanos, referentes a una sexualidad sin roles. Sin exageraciones, sin abusos.
- Trabajar en terapia para reacondicionar nuestra mente, para darles valores reales, al hombre. Y valores reales a la mujer. Se debe trabajar en terapia para devolverle a ambos sexos, la humanidad y la sensibilidad, que pierden en las imágenes pornográficas.
- Cursos de sexualidad saludable: Trabajar en terapia para limpiar la mente, de todo lo que la pornografía ha deformado, paso a paso, con cursos de sexualidad saludable.
- Confiar el en el psicólogo: Él sabrá valorar si existe adicción o no. Y sabrá darte las herramientas oportunas para una vida mejor.
- Haz ejercicio regularmente: Haz algunos movimientos asequibles, que no sean fatigosos, unas cuantas veces en el día. Que no requieran de mucho espacio, que se puedan realizar en el salón o en un hueco, al lado de la cama. Apuesta por subir escaleras en vez de tomar el ascensor, ir caminando a los sitios… Si tienes la posibilidad, incluye ejercicio más intenso, una o dos veces por semana. Los estudios muestran mejoras, en pacientes con adicciones, como un mejor control, niveles reducidos de antojo y una mayor actividad cerebral en el área involucrada en la vigilancia e inhibición de conflictos (Grandjean K. 2019). Al hacer ejercicio, el cerebro libera químicos de
recompensa, que pueden servir a modo de pequeñas dosis que vayan saciando el hambre de dopamina de nuestro organismo.
- Lleva una vida social activa, o prográmate actividades agradables a lo largo del día: Programar pequeñas cosas de las que disfrutes o te hagan ilusión. No sirve solo a modo de recompensa, sino que también, nos ayudan a enfocarnos en todas aquellas cosas que nos hacen felices y que dan un sentido a nuestra vida, más allá de actividades de fuerte respuesta, como la pornografía. (Grandjean K. 2019)
- Reconoce las cosas buenas que tiene tu vida: Ligado al punto anterior, es de mucha utilidad, recapacitar todos los días, acerca de 5 cosas que hayamos disfrutado en el día. Esas cosas, que por mínimas que sean, activan recompensas en nuestro organismo.
Cristina Vizuete Villegas Psicóloga General Sanitaria.
-BIBLIOGRAFÍA-
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